El hábitat es el espacio donde se desarrolla la vida en sus múltiples dimensiones, abarcando aspectos físicos y naturales, así como las relaciones sociales, económicas, políticas y culturales que lo configuran. En términos comunitarios, el hábitat se entiende como el entorno construido y gestionado por las personas, incluyendo la vivienda, la infraestructura, los servicios, los espacios de encuentro y las dinámicas sociales que lo sostienen. El hábitat es un proceso en constante transformación, resultado de la interacción entre la población y su territorio. En el contexto del hábitat popular, su configuración depende de la participación activa de las comunidades, que gestionan de manera colectiva su entorno, adaptándolo a sus necesidades y promoviendo formas de vida más justas y equilibradas. Desde esta perspectiva, el concepto de derecho al hábitat, promovido por el Laboratorio Internacional por el Hábitat Popular (LIHP), plantea un marco que trasciende la producción de viviendas para incluir la creación de entornos que integren lo social, lo ambiental y lo económico. Esto implica reconocer que el hábitat no es solo un espacio físico para residir, sino un ecosistema donde las personas pueden desarrollarse plenamente y de manera singular, con acceso a servicios básicos, áreas verdes y oportunidades para construir relaciones significativas. En el hábitat popular, este enfoque se traduce en la participación activa de las comunidades en la gestión de su entorno, garantizando que el desarrollo territorial responda a sus necesidades y aspiraciones, fortaleciendo su capacidad de autogestión y transformación.